Enseñando Arquitectura: Palacio de Cibeles

Hace un año me reuní con los componentes del estudio madrileño de arquitectura Arquimática con motivo de la Semana de la Arquitectura de Madrid. Con las obras del resto del edificio aún por finalizar, hice de guía para mostar a los visitantes el recientemente remodelado patio del Palacio de Cibeles. Así, Francisco Rodríguez Partearroyo y sus compañeros me contaron de primera mano cómo levantaron la cubierta acristalada que ahora cubre el patio del antiguo Palacio de Comunicaciones (obra de Antonio Palacios y Joaquín Otamendi, 1918), también conocido como Nuestra Señora de las Comunicaciones, por el aspecto catedralicio del edificio, con un vestíbulo en triple altura de planta cruciforme coronado por una gran torre de 70m de altura.


El pasaje de Alarcón donde tenía lugar el trasiego de camiones de reparto que llevaban las cartas a toda España es el singular espacio del que hablamos, inaugurado a mediados del año pasado. Este lugar, que recorre el interior de la manzana desde la calle Alcalá hasta Montalbán, trasera del edificio que da a Cibeles, tiene una planta en forma de L con unas dimensiones de 100 x 48m. Sobre él y a 21,5m de altura se halla una estructura espacial de unos 2.400m2 (para que os hagáis una idea, 4 veces más extenso que el patio cubierto que posee el edificio de la Puerta del Sol donde está instalada la sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid). Concebida con un sistema patentado de la empresa Lanik de nudos esféricos y barras atornilladas, son cerca de 1.900 triángulos los que se reparten por esta superficie confiriendo un nuevo techo de unas 500 toneladas.


Este gran peso no podía transferirse de forma horizontal al edificio existente, puesto que su estructura original (de perfiles de acero roblonados) no admitía tales solicitaciones, por lo que se ideó un gran cierre conformado por un perfil tubular de sección circular de 76cm de diámetro que recoge en su perímetro el peso de toda la cubierta. A través de unos apoyos puntuales colocados por encima de la línea de la cornisa reparte las cargas posteriormente para que estas fuerzas pasen a la estructura existente tan sólo de forma vertical hasta los cimientos. Para atirantarla, varios tensores de acero la cruzan perpendicularmente. Schlaich Bergermann fue la consultora alemana con la que se contactó para estudiar con detalle la cubierta y ayudar a dimensionarla con precisión.

Los triángulos son todos diferentes puesto que cada uno tiene que cumplir una función específica en un lugar concreto, confiriendo una gran ameba o burbuja de forma irregular cuyo peralte crece en la zona de mayores luces hasta los 8m de altura.

Un doble vidrio laminado de seguridad evitará que, en caso de rotura, se desprendan fragmentos al espacio cubierto. Además, posee un factor solar importante, puesto que tan sólo el 16% de la radiación solar que incide sobre la cubierta pasa al interior, evitando que se caliente en exceso en verano. Así, técnicos de mantenimiento o limpieza pueden escalar esta colina para realizar las labores necesarias.

La cubierta no puede anclarse de forma rígida al edificio, puesto que debe admitir dilataciones de hasta 8cm en su lado más largo, así que se pensó que en conjunto admitiera cierto movimiento deslizante permitido por engarces de cierta envergadura y un sistema doble de canalones para la recogida de aguas. Una nueva envolvente que recupera la escala original del patio interior (el edificio fue recrecido en altura años después de su construcción) cuyo volumen no altera la imagen original del edificio visto desde la calle.

Prácticamente se puede acondicionar este espacio con tan sólo medios de ventilación natural. Un sistema de vidrios móviles situados sobre los accesos desde las calles Alcalá y Montalbán junto a cerca de 90 triángulos practicables permiten que una corriente de aire ascente airee este espacio cubierto (además de permitir la salida de humos en caso de incendio). Aun así, un suelo radiante bajo el piso de granito permite también regular la temperatura. Adicionalmente, un grupo de casi 40 bancos prismáticos situados a lo largo del perímetro ayudan a alcanzar un mayor confort térmico. Enfrentados, desde un lateral a modo de chimenea se lanza aire a una velocidad de 0,5m/s para ser recogido en los de enfrente, que actúan como sumideros.

Además de una iluminación de carácter ambiental oculta en el interior de estos bancos y otra empotrada de forma lineal enfocando las fachadas interiores, existe una doble cornisa de focos que permiten iluminar este lugar con mayor o menor intensidad dependiendo de la actividad que tenga lugar dentro (actualmente este sitio acoge actos institucionales y es alquilado a empresas que quieren presentar sus productos, organizar caterings, conciertos o eventos de cualquier tipo).

En tan sólo 8 meses se cubrió este lugar. Una gran plataforma de trabajo a la altura de la 5º planta se levantó sobre un mar de andamios para ir construyendo esta gran cáscara por partes, con pequeñas secciones izadas con puntales hasta conferir este enorme puzzle.

El 60% de la superficie total (más de 20.000m2) que tiene el edificio está dedicado a un gran centro cultural (en la milla cultural del eje Recoletos-Prado) con salas de exposiciones, aulas, una sala de música con capacidad para 300 butacas, una cafetería y un restaurante sobre la terraza de Cibeles (de próxima apertura), un mirador en lo alto de la torre y servicios de atención al ciudadano, mientras que el resto está destinado a oficinas, despachos administrativos y otros servicios destinados a Correos y dependencias municipales, trasladadas desde la Plaza de la Villa, la que ha sido sede del Ayuntamiento de Madrid desde el siglo XVII.

Arquimática también son responsables de la remodelación del Teatro Real además de algunos edificios de los campus de las universidades Rey Juan Carlos (Móstoles) y Carlos III (Getafe) de Madrid. Sólo me queda animaros a que paséis por el inaugurado hace unos meses Centro Centro, abierto de 10 a 20h de martes a domingo.